Todas tenemos ese par de sandalias de cuero que nos encantan. Son cómodas, transpirables y combinan con todo. ¿El único problema? Después de un verano de uso, pueden ensuciarse, sudarse y quedar simplemente tristes.
Limpiarlos puede ser arriesgado. El cuero es un material natural, y el miedo a que se decoloren, se agrieten o se conviertan en un desastre es real. Pero no te des por vencido todavía. Con el enfoque adecuado, puedes devolverles la vida a tus zapatos favoritos. Aquí te explicamos cómo hacerlo de forma segura.
Primero, sepa con qué está lidiando
Antes de usar cualquier limpiador en tus sandalias, necesitas saber qué tipo de cuero tienes. Usar el producto incorrecto es la forma más rápida de arruinarlas.
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Cuero liso: Este es el tipo más común, con un acabado clásico y ligeramente brillante. Es el más duradero y fácil de limpiar.
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Gamuza o nobuk: Este cuero es suave, aterciopelado y suave. Es bonito, pero delicado y se mancha fácilmente. Requiere herramientas especiales.
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Charol: Este es un cuero de alto brillo, casi reflectante. Es un cuero recubierto y requiere un toque suave para proteger su acabado.
Lo que necesitarás:
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Un cepillo suave (un cepillo de crin de caballo es ideal; uno duro rayará el cuero).
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Unos paños suaves y limpios (una camiseta vieja y limpia es perfecta).
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Un limpiador de cuero suave o una solución casera sencilla (más sobre esto a continuación).
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Para la gamuza, necesitarás un cepillo y un borrador especiales para gamuza.
El evento principal: una limpieza profunda
Supongamos que estamos abordando el enemigo más común: las manchas de sudor y suciedad.
1. Preparación: Primero, usa el cepillo de crin seco para retirar con cuidado la suciedad, el polvo o la arena. Limpia todos los rincones y recovecos.
2. La solución de limpieza: No siempre necesitas un limpiador sofisticado. Para la mayoría de los cueros lisos, una solución casera sencilla funciona de maravilla. En un tazón pequeño, mezcla una parte de vinagre blanco con dos partes de agua destilada . El vinagre es excelente para disolver la sal y el ácido del sudor. Para el cuero sintético, basta con unas gotas de jabón lavavajillas suave en un tazón con agua tibia.
3. La técnica: Sumerge un paño limpio en la solución, escúrrelo bien (¡pero no empapado!) y limpia suavemente el cuero con movimientos circulares . Limpiar con fuerza de un lado a otro puede estirar o dañar el cuero. Presta especial atención al interior de las correas y la plantilla, ya que es donde se acumulan la mayoría de las bacterias y la suciedad.
Cómo tratar manchas específicas y difíciles:
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Sangre: Seque inmediatamente la mancha con un paño humedecido con agua fría y salada. Nunca use agua caliente, ya que la proteína se fijará permanentemente.
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Vino tinto: Prepare una pasta con bicarbonato de sodio y un poco de agua. Aplíquela suavemente sobre la mancha, déjela actuar unos 10 minutos y luego límpiela.
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Protector solar o manchas de grasa: Frote la mancha con un disco de algodón ligeramente humedecido con alcohol isopropílico. Esto ayuda a disolver la grasa rápidamente. Pruebe primero en una zona poco visible.
El arte del secado (¡Esto es crucial!)
Aquí es donde la mayoría de la gente se equivoca. Nunca, jamás, hagas lo siguiente:
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Déjalos secar al sol. Los rayos UV desteñirán y agrietarán el cuero.
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Sécalos con un secador de pelo. El calor intenso y directo quemará el cuero, volviéndolo quebradizo y propenso a agrietarse.
La forma correcta de secarlas: Rellena las sandalias con papel de seda o periódico arrugado. Esto es revolucionario porque hace dos cosas: absorbe la humedad interna y ayuda a que las sandalias mantengan su forma mientras se secan. Colócalas en un lugar fresco y bien ventilado, lejos del calor directo o del sol. Una habitación con aire acondicionado es el lugar perfecto.
Manteniéndolos suaves: acondicionamiento y cuidado
Después de limpiarlo y secarlo, el cuero puede sentirse un poco seco. Necesita hidratación, igual que tu propia piel. Puedes usar un acondicionador de cuero comercial o probar un producto casero sencillo. Una mezcla 1:1 de aceite de oliva y jugo de limón, aplicada con moderación con un paño suave, puede restaurar el brillo y la flexibilidad.
Para una mayor impermeabilización antes de la temporada de lluvias, puede calentar suavemente una pequeña cantidad de cera de abejas natural y frotarla sobre el cuero para crear una barrera protectora.
Almacenarlos fuera de temporada
Cuando llegue el momento de guardar tus sandalias, no las arrojes simplemente en una caja.
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Evite el moho: coloque una bolsita de té o un paquete pequeño de carbón dentro de cada zapato para absorber la humedad y los olores.
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Evite deformarlos: Asegúrese de que no se aplasten con zapatos más pesados. Lo ideal es guardarlos en su caja original con papel de seda para rellenarlos.
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Déjalos respirar: Nunca guardes el cuero en una bolsa de plástico. El plástico retiene la humedad, lo que puede provocar moho o un acabado pegajoso y dañado. Envuélvelos en papel de seda.
Soluciones rápidas para problemas comunes
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P: ¡Me pilló la lluvia! ¿Qué hago?
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R: En cuanto llegues a casa, sécalos con una toalla seca y rellénalos bien con papel de periódico. Cambia el papel cada dos horas hasta que estén casi secos y luego déjalos secar al aire.
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P: Las hebillas de metal se ven opacas y deslustradas.
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R: Aplique una pequeña cantidad de pasta de dientes sin gel en un paño suave y pula el metal. Límpielo y, para evitar que se deslustre en el futuro, puede aplicar una fina capa de esmalte de uñas transparente sobre la hebilla para protegerla del aire.
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